sábado, 21 de noviembre de 2020

Ella, mi maldición!

Se parecía a la noche desorientada o al esplendor extrañisimo de una alegría catastrófica... 

La veía pasar por las caricias transparentes que hacían mis manos vacías, sentía su fragancia como un huracán sensible ahí; al temeroso ritmo del recuerdo... Y así pasaron muchos tiempos de muda espera y aquella muchacha ya había olvidado mis poemas, que con tanta suerte corrían diariamente por sus sueños y los míos. Que con rara fecha se guardaban en el baúl de la nada; que en momentos grandiosos le arráncaban las sonrisas en esos días de aromas malos.


Caminaba abrazado a ese aroma que acariciaba la lejanía de un adiós, como las luces heladas que se apagan tras su andar indiferente—cuando de repente; los faroles se volvían tibias cortinas al evocar cómo le hablaba mientras nos perdíamos por aquellos días entre la foresta de gentes, así de la mano.


Fugazmente ella ha obligado a detener el constante aroma de su voz llamándome, agudizando la mirada mía; que la busca en tantas fotografías. Ignorando mi ajeno y extraño laberinto de sensaciones, colecciones de variedades con formas que pueden resultar útiles a cualquier hora del día.


Pues, la vi tan cerca como un beso hambriento y con razón, ya que sentía ese canto que hacía su cabello en movimiento—así todo desordenado como mis pensamientos no tan razonables; pues miré a mi costado y mi mano apretaba un soplo de triste recuerdo y aquel aroma arrullador de Marzo.

Me resigne a oler ese nauseabundo aire del día tras día en mi lastimoso própio epitafio que casi lo tengo listo—redactando filosofías baratas a esa mirada que me me volvía loco, encuadernando horas de ocio volátiles en cuatro ambientes, apilando ladrillos metafóricos al cerrojo de aquella puerta que hace algún tiempo no se abre refiriéndome a esos extraños ojos porque.... 


Su amable mirada

me ponía nervioso

por aquellos días,

tan expresivos,

tan infinitos;

como un relámpago místico

que todo lo acariciaba.


Su mirada, era capaz de llenar la inmensidad del océano

de mis pensamientos

cuando la veía por esos días,

pues su mirada

tenía un soplo inconfundible

de sinceridad,

cuando navegaba imponente

ante mis ojos rojos;

igual o parecido

a un toque de ingenuidad...


Su mirada era callada

y bulliciosa a la vez,

se podía encontrar en el silencio

de mi mente cuando la pensaba

cuando la llamaba

entre las olas de un mar quieto,

encerrado en generosos pensamientos

intrépidos;

cuando ella me miraba.


Ahora, su mirada

pertenece al enigma de la brisa fría,

al hielo que pisa

una tarde de lloviznas infinitas...


Ahora su mirada no me mira,

está encallada;

al tropezar con arrecifes

de razones que ya no entiendo...



... Su mirada, era capaz de llenar la inmensidad del océano de mis pensamientos; cuando la veía por esos días...


!Ay! Admirable mujer, todo cobra un sentido surreal cuando pienso en vos querida policloruro en vinilo... Siempre de los siempres lo diré, eres la chica perfecta, mi maldición y serás siempre mi gran excepción; es mejor dejarte así, en tu eterno bucle de divinidad absoluta aunque me duela hasta el alma.

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Podría adivinar la autoría de éste desconocido comentario, elogiando mil y una vez cada o que se repite... Pero me lo guárdare como un sutil recuerdo quizá en algún reinado de Grecia sin tiempo ni espacio...

      Gracias!

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