(El inconformismo de un Neandertal)
(poesía)
Será, será. Así que, mientras los suertudos del Norte se acostumbran a los deleites del otoño; días más cortos, atardeceres rojizos y lunas más grandes.
Será, será. Así que, mientras las lindas hojas que caen, con ese tibio aire de fines de verano, sonrojan hasta al más amargado.
Más aquí, en el olvidado Sur del hemisferio, somos víctimas de la condenada primavera.
A mediados de septiembre, los capullos del ciruelo; el día se hace más largo y ese detestable polen de las delicadas y torpes flores viene de la mano con las asexuadas esporas de árboles fornicadores.
Primavera, me asustas tú... Mis ojos rojos y estornudos estarán a la orden del día; mariposas de azules ropajes y marrones audaces; sé que me perseguirán por mis colores.
Verdes hojas, madrigueras de insectos invernadores, detengan a esta primavera maldita... Os lo imploro.
Y morí... Y muerto de estornudos moriré, morí con melodramáticas trompetadas de mi nariz... Mis ojos rojos son testigos de ello...
Primavera maldita.